Conducción y visión: seguridad al volante
Es evidente el papel fundamental que tiene la visión en la conducción. Orientarse en el espacio, planificar el recorrido y reaccionar ante obstáculos dependen en buena medida de que veamos correctamente. Por esta razón, una agudeza visual suficiente es muy importante para conducir sin contratiempos, pero no es el único factor del que depende nuestra seguridad al volante. A continuación te damos algunos consejos para que lo veas claro.
Como hemos explicado en otros artículos, la visión no es sólo la información que entra por los ojos. Esta se completa con la interpretación que el cerebro hace de dicha información, traducida a imágenes que podemos comprender y ante las que reaccionamos. Del mismo modo, en la relación entre conducción, visión y seguridad influyen dos aspectos fundamentales: por una parte, la capacidad para ver correctamente; y por otra, la capacidad para reaccionar ante lo que vemos. Por tanto, para evitar percances mientras conducimos, debemos extremar las precauciones en lo que tiene que ver con nuestra visión, pero también con nuestra atención.
Visión y conducción
La conducción es una actividad neuromotora que está guiada por la visión. Esto significa que todo aquello que pueda afectar a la percepción visual tendrá una gran repercusión en la conducción, porque lo que la vista perciba (o no perciba) va a desencadenar una reacción motora, es decir, un movimiento consecuente con lo que vemos. Cuando conducimos, especialmente si lo hacemos con velocidad, la rapidez de reacción es crucial. Por eso ver adecuadamente y favorecer una óptima capacidad de reacción puede, literalmente, salvarnos la vida.
Cuando hablamos de ver correctamente no nos referimos solo a tener suficiente agudeza visual –no necesitar gafas o llevarlas bien graduadas– pues hay otras disfunciones y enfermedades que pueden condicionar lo que vemos. Por ejemplo, si eres conductor y estás iniciando unas cataratas o tienes más de 55 años, tu capacidad para tolerar el deslumbramiento y para ver con baja luminosidad estará disminuida. Esto hace que tu visión esté muy por debajo de la de un individuo más joven y sin patología ocular, aunque los dos tengáis exactamente la misma agudeza visual (graduación, para entendernos). El otro conductor responderá mejor al cansancio y su capacidad perceptiva y reactiva será muy superior a tuya. Por eso, incluso aunque de día veas perfectamente, deberías evitar conducir por la noche o extremar las condiciones de seguridad, especialmente reduciendo la velocidad de su vehículo.
Este ejemplo de cataratas y visión nocturna nos da una idea de la importancia que tiene el que todos los conductores conozcamos nuestras limitaciones y actuemos con responsabilidad, ya que de ello depende nuestra seguridad personal, la de otros pasajeros que nos acompañen en el vehículo, y la de los demás conductores y peatones. Para estar seguros, no basta con autoevaluarse: la mejor manera de conocer tu situación particular es consultando a profesionales oftalmólogos y optometristas. Estos están capacitados para indicarte cuál es tu verdadera calidad visual, qué puedes hacer para mejorarla, tus limitaciones al conducir y las medidas de precaución que debes tomar para conducir con seguridad. Algunos de los problemas y enfermedades que pueden comprometer tu capacidad visual al volante son:
- Edad: Después de los 55 años de edad y especialmente al superar los 75, se produce un descenso importante de la capacidad visual, a menudo relacionado con diferentes patologías oculares.
- Enfermedades oculares: Hay patologías con síntomas relacionadas con una visión disminuida o distorsionada. El síndrome de ojo seco (déficit de lágrimas), las cataratas en estado evolutivo, trastornos retinianos como los que aparecen en los problemas maculares o en la diabetes, hipertensión o miopía magna
- Intervenciones quirúrgicas: Algunas operaciones oculares, especialmente las de tipo refractivo, tras eliminar la miopía o la hipermetropía, pueden provocar visión distorsionada o deslumbramiento, que suelen desaparecer tras unas semanas.
- Reflejos y deslumbramiento: Pueden tener origen muy diverso. Los filtros antirreflejos o de protección solar son una herramienta útil en la conducción, tanto durante el día, como en particular por la noche.
- Fatiga visual: Es uno de los factores más importantes relacionados con la seguridad en la conducción, ya que afecta a todos los conductores independientemente de su edad y de la calidad de su visión.
La fatiga
Uno de los aspectos que más se ha estudiado en el binomio visión y conducción, es la influencia del grado de atención. Cuando este es elevado, nuestra capacidad visual y el tiempo de reacción mejoran proporcionalmente. Cuando no prestamos atención es fácil incurrir en fallos que pongan en riesgo nuestra seguridad. Uno de los riesgos más conocidos en este sentido es el sueño al volante: el cansancio extremo puede hacer que nos durmamos conduciendo anulando nuestra capacidad de conducir. Pero antes de llegar a este extremo existen niveles de fatiga que también nos ponen en riesgo, a menudo de manera menos evidente pero igualmente peligrosa. La fatiga influye de manera determinante en nuestro grado de atención, pero también en la capacidad visual y en la capacidad de reacción en el tiempo adecuado. Algunos de los factores que influyen sobre nuestro grado de atención al conducir son:
- La fatiga
- La temperatura elevada en el interior del vehículo
- Conducir tras una comida copiosa
- Monotonía: música repetitiva o la conducción por una carretera poco transitada o una autopista.
- Distracciones: No es aconsejable mantener una conversación con varias personas mientras se está conduciendo o estar pendiente de la radio o del teléfono móvil.
Existen diversos estudios que demuestran cómo tras 2 horas de conducción, en condiciones de ausencia de fatiga previa y con una visión correcta, se produce un descenso de la capacidad neuromotora que entra en los límites de inseguridad. La situación empeora si las condiciones son más extremas, como tras una jornada laboral o por la noche, o cuando la visión no es buena porque las gafas están en malas condiciones. En estos casos, deberíamos extremar las condiciones de seguridad, ya que, además de un retraso en las capacidades reactivas, se produce un descenso importante en las capacidades neuro perceptivas, como el cálculo de la distancia y del tiempo necesario para realizar un adelantamiento.
Qué puedes hacer para mejorar tu visión al volante
- Conoce tus limitaciones: una evaluación a cargo de oftalmólogos y optometristas te indicará si tu visión es apta para conducir en todas las circunstancias.
- Si tienes un problema que no pueda corregirse, evita ponerte al volante en situaciones que comprometan tu visión o tu capacidad de reacción.
- Comprueba cada año que tus gafas o lentillas están bien graduadas y en buen estado.
- Utiliza filtros solares apropiados si eres sensible a la luz, y filtros antirreflectantes si conduces a menudo por la noche.
- Si tienes una enfermedad ocular que disminuya la sensibilidad al contraste –cataratas, maculopatías, degeneraciones retinianas– consulta acerca de filtros específicos.
- Si conduces en un trayecto largo, recuerda parar y descansar unos minutos cada dos horas.
Y recuerda: la mejor forma de mejorar nuestro campo de visión es REDUCIR la velocidad de conducción.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!