Claves para entender la visión II: el ojo

El ojo es un órgano pequeño con un funcionamiento muy complejo y fascinante. Como ya explicamos, su función es la captar la luz que reflejan los objetos y transformarla en información. Estos estímulos permiten al cerebro interpretar la forma, el tamaño, el color o la distancia a la que se encuentran los objetos, entre otros detalles. Para lograrlo es imprescindible una sincronización extremadamente precisa, tanto de los mecanismos que intervienen en su funcionamiento como en su coordinación con el cerebro. Conocer las partes que lo componen y su funcionamiento nos ayudará a entender mejor el papel que desempeña en la visión, y qué sucede cuando alguno de estos mecanismos falla.

Como ya explicamos en un post anterior, el ojo es el órgano responsable de recoger la información lumínica de nuestra realidad, una de las vías fundamentales para orientarnos en el espacio y conocer el mundo que nos rodea. Desde este punto de vista, este órgano podría entenderse como una parte del cerebro que está en contacto con el exterior. Sin embargo, el ojo no es sólo lo que vemos de él. Su anatomía encierra mecanismos muy complejos y precisos, de cuyo correcto funcionamiento depende que veamos bien.

Los elementos que componen el ojo están contenidos en lo que conocemos como globo ocular, un cuerpo esférico blando cuyas partes fundamentales son el cristalino, la córnea y los líquidos que le dan forma, lo nutren y lo protegen. Pero además de estos hay otros elementos fundamentales para entender cómo funcionan nuestros ojos:

  • La esclerótica es la base o el blanco del ojo. La zona frontal, la córnea, es transparente para dejar penetrar la luz en dirección a la retina. En la zona interna, la esclerótica posee una capa llamada coroides, formada por tejido conjuntivo con numerosas células pigmentarias. La esclerótica interviene en la nutrición del ojo y en la formación de los líquidos necesarios para su funcionamiento, y por eso tiene un riego sanguíneo muy intenso.
  • El iris es la zona central de la córnea. Es la zona coloreada del ojo, responsable de regular la cantidad de luz que pasa hacia su interior. Para ello, se contrae o se dilata variando el tamaño de la pupila, el orificio redondeado situado en el centro del iris a través del cual penetran los haces de luz. La distancia de los objetos y la cantidad de luz que hay en el ambiente son los factores que hacen que el iris se contraiga o se dilate. En este sentido, funciona como el diafragma de una cámara fotográfica.

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  • El cristalino es la lente del ojo. Situado detrás del iris, tiene forma biconvexa (curva por los dos lados) y hace que los rayos de luz converjan en la retina, donde han de formar las imágenes que se transmitirán al cerebro. Está acomodado en la parte delantera del ojo, entre las cámaras acuosas y el cuerpo vítreo. Es uno de los elementos fundamentales, pues de su forma y de su estado depende que veamos bien. Por ejemplo, si se vuelve opaco la visión será borrosa –es lo que conocemos como catarata–, mientras que un mal drenaje de los líquidos que nutren el ojo en torno al cristalino producen el glaucoma. Por otra parte, las modificaciones de la curvatura del cristalino mediante láser están permitiendo la acomodación del ojo rectificando su capacidad visual. El iris y el cristalino dividen la esfera ocular en dos cavidades: la anterior o córnea, y la posterior ocupada por el líquido o humor acuoso.
  • La retina, que es la membrana sobre la que se proyecta la información que llega a los ojos en forma de luz. Continuando con la analogía de la cámara fotográfica, si el cristalino es la lente y el iris es el diafragma, la retina es la película sobre la cual se impresionan las imágenes. Está constituida por dos tipos de células: los conos y  los bastones, las primeras sensibles a la intensidad de la luz y las segundas, aptas para la visión con poca luz.
  • El cuerpo ciliar, situado en la retina, está formado por un músculo que modifica la curvatura del cristalino. Funciona de manera sincronizada con el iris y la pupila, en función de la distancia del objeto y de la luz.

 

Entonces, ¿cómo funciona el ojo?

Como ya hemos indicado, la visión no sucede exclusivamente en el ojo. Hay una zona del cerebro encargada de la misma. La luz que reflejan los objetos pasa a través de la pupila, regulada por el iris. El haz luminoso atraviesa el cristalino, donde converge hasta alcanzar la retina. Esta, igual que una cámara fotográfica, imprime las imágenes al revés y el cerebro se encarga de decodificarlas en su realidad. Las imágenes procedentes de cada ojo han de converger –acoplarse– para no ver doble. Así que el funcionamiento del órgano de la visión es un binomio: ojo-cerebro.

Hemos explicado el proceso de la visión de manera genérica, pero esta no siempre funciona igual. El ojo y el cerebro perciben de manera muy distinta cuando enfocamos un objeto detenido fijando la vista en él, o cuando realizamos un barrido por todo el campo visual realizando una mirada en movimiento. En tercer lugar, está la visión de un fondo situado detrás de un objeto concreto en el que nos hemos fijado. Se tratará, entonces de una visión complementaria, posiblemente desenfocada porque no será objetivo principal de nuestra mirada anclada (fija). Estos mecanismos de enfoque son también similares a los de una cámara fotográfica.

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Algunas curiosidades sobre el ojo:

  • Es el único órgano del cuerpo que no crece.
  • El iris tiene una textura con un patrón tan complejo que se considera único para cada persona. Además, es muy estable en el tiempo, y por eso es utilizado ya como método de autentificación biométrica.
  • La heterocromía (ojos de colores diferentes) puede darse también en un mismo iris con dos partes de distinto color.

Como podemos deducir, el funcionamiento del ojo puede equipararse al de una cámara de fotos tanto en sus elementos como en la manera en que capta las imágenes. De cómo el cerebro las interpreta para completar proceso de la visión hablaremos en un próximo post.

 

 

 

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