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Curar la ceguera con células madre

La catarata es la primera causa de ceguera tratable en adultos, y afecta a unos 200.000 niños en el mundo. Consiste en la degeneración del cristalino, la lente natural del ojo, que se vuelve opaco. Suele tener origen en propio proceso de envejecimiento de este órgano. También puede ser congénita y afectar al niño desde su nacimiento. La técnica más extendida para tratarla consiste en limpiar el material que afecta a la transparencia de la lente, y sustituir esta por una lente intraocular artificial. Sin embargo, esta operación tiene en ocasiones efecto temporal, y no siempre alcanza el éxito deseado, especialmente en niños, ya que están en pleno crecimiento. Un equipo de investigadores chinos de la Universidad  Sun Yat-Sen de Guangzhou ha presentado recientemente una técnica experimental alternativa a la sustitución del cristalino, que logra la regeneración de los tejidos mediante el uso de células madre del propio paciente. Aún en fase experimental, la técnica ha sido probada con éxito en conejos y macacos, y posteriormente en niños menores de dos años afectados por catarata congénita.

Un artículo publicado recientemente en la revista Nature revela los detalles de esta investigación. El hallazgo científico se centra en la capacidad para las células madre de la propia lente para regenerarse: la lente dañada es retirada dejando las células madre, que trabajan hasta regenerar una nueva, con lo que la visión mejora progresivamente en los meses siguientes. Concretamente, el estudio realizado en doce bebés de menos de dos años comprobó que la incisión en la lente se recuperaba en menos de un mes, y la visión mejoraba considerablemente. La investigación debe ahora abordar un ensayo clínico que amplíe los resultados a un número mayor de pacientes que permita refutar su éxito, y un seguimiento más prolongado para descartar efectos adversos. Se estima que en cuatro o cinco años la técnica podría hacerse extensiva a pacientes más allá del estudio. La investigación en adultos aún no se ha iniciado, pero los resultados obtenidos hasta el momento son muy esperanzadores, pues descubren un nuevo paradigma para el tratamiento de diversas enfermedades oculares originadas por daños en diferentes tejidos.

Mejora apreciable en la tabla optométrica

Con esta técnica, la visión podría mejorar hasta ver incluso las letras más pequeñas de la tabla optométrica. Ilustración basada en la gráfica de Jeff_Dahl

Generando otros tejidos oculares

Las investigaciones sobre la capacidad del ojo para regenerarse a partir de sus propias células madre no acaban en el estudio del doctor Zhang en China. En otro artículo publicado en Nature se difunden los resultados de un segundo estudio realizado en la universidad de Osaka, en Japón, bajo la dirección de Kohji Nishida. En él se ha ensayado la regeneración de diferentes tejidos del ojo partiendo de células madre, llegando a recrear el desarrollo completo de la estructura ocular. Los resultados sientan las bases para la futura posibilidad de trasplantar tejidos sanos en ojos enfermos para restaurar una visión deteriorada por diversas causas. Si bien la investigación japonesa es menos amplia que la de los investigadores chinos, ­–no ha llegado a la fase de aplicación en humanos– sus hallazgos resultan muy interesantes para estudiar a fondo el desarrollo normal de un ojo desde cero. La replicación celular podría también realizarse utilizando células de un órgano enfermo para ayudarnos a entender mejor el origen y la evolución las dolencias. En resumen, se trata de un paso clave para investigar y tratar enfermedades oculares de una manera totalmente diferente a la que habíamos utilizado hasta ahora. Su potencial, aún por explorar, puede llevarnos a resolver enfermedades de visión hasta ahora incurables.

Disfunción eréctil y glaucoma

Recientemente se ha publicado en INTRAMED un artículo con que vuelve a poner de actualidad un tema ya clásico sobre el tratamiento del glaucoma, como son los efectos de la utilización de colirios con betabloqueantes sobre la función sexual en varones. La primera publicación sobre este tema apareció en el JAMA en 1985 (Journal of the American Medical Association), y desde entonces se da por supuesto el efecto de este tratamiento del glaucoma sobre la disfunción eréctil. Sin embargo en la revisión realizada por el Dr. Mocorrea se pone en evidencia que no existen pruebas científicas de esta relación entre el uso de colirios con beta-bloqueantes y disfunción sexual.

Gran cantidad de estudios cuestionaron la validez de la asociación entre disfunción sexual y betabloqueantes, tanto sistémicos como tópicos: las conclusiones muestran una incidencia mínima de aumento de la disfunción sexual en pacientes tratados con betabloqueantes. Por otro lado, parte del aumento de la incidencia puede estar relacionada con que el paciente espere dicho efecto adverso más que con una causa orgánica. Además, según Martín Mocorrea últimamente se ha sugerido una asociación entre glaucoma de ángulo abierto y mayor incidencia de disfunción eréctil, probablemente por los factores de riesgo en común (dislipidemia, hipertensión sistémica, diabetes, etc.). Sin embargo, no queda claro si el glaucoma de ángulo abierto es un factor de riesgo independiente o si la medicación utilizada para tratarlo aumenta el riesgo de disfunción eréctil. El último artículo asociando glaucoma y disfunción eréctil sugirió que estaba relacionado con los factores de riesgo en común, sin embargo, al hacer los ajustes por los principales factores de riesgo debería haberse corregido dicha probabilidad. No obstante, es posible que el efecto de los factores de riesgo no haya sido totalmente eliminado y que otros factores de riesgo no incluidos, hayan llevado a la asociación.

Por lo tanto puede afirmarse, según los resultados del presente estudio, que aunque existe una asociación entre disfunción eréctil y glaucoma, esta no puede atribuirse al uso de betabloqueantes tópicos. Dado que se realizaron ajustes para la mayoría de los factores cardiovasculares y metabólicos, hace falta seguir investigando este tema para esclarecer la naturaleza de esta asociación y su causa potencial.

Claves para entender la visión III: el cerebro

El proceso de la visión consta de varias partes, de las cuales la que entendemos como ver –que el ojo capte la luz reflejada por os objetos– es sólo el comienzo. Una vez concluida esta fase de percepción, la señal que se traslada por medio del sistema nervioso tiene que ser decodificada de nuevo. El protagonista de esta parte final del proceso responsable de la visión es el cerebro, auténtico centro de operaciones de nuestro organismo. La corteza visual es la zona cerebral encargada de decodificar la percepción y convertirla en visión. Estas claves te ayudarán a entender mejor qué es lo que ocurre dentro del cerebro.

Como decíamos en un post anterior, la visión no acaba en el ojo. De hecho, la parte más compleja de todo el proceso comienza precisamente después del ojo. En ese momento, la imagen que ha sido captada por la retina se divide en fragmentos que siguen caminos diferentes hacia la corteza visual. Los recientes descubrimientos en el campo de la fisiología nos han permitido conocer casi paso a paso cómo se produce procesamiento. Una vez dividida, la información se traslada simultáneamente a varios sistemas que se reparten el tratamiento de las distintas partes en que se descompone la imagen.

John J. Ratey, psiquiatra y profesor de la Universidad de Harvard, lo explica muy bien en su libro El cerebro: manual de instrucciones (Mondadori / Arena Abierta): «La información va principalmente a lo largo de dos rutas separadas: la ruta CÓMO del lóbulo parietal y la ruta QUÉ del temporal. La visión, como la mayoría de las funciones cerebrales, está repartida —es decir, para procesarla se la envía a varias regiones cerebrales—; esa información fragmentada se agrupa de nuevo de alguna forma y VEMOS.»

Así, son sistemas diferentes los que se encargan de procesar la información sobre la forma, el color, el movimiento y la organización espacial (incluyendo la localización y la distancia), que en conjunto componen una imagen. Cada sistema está especializado y funciona con relativa independencia de los demás. Eso explica que algunas personas ciegas no puedan ver los colores, pero sí los movimientos, o que otras manifiesten dificultades exclusivamente para la percepción de este último.

Un órgano en permanente evolución

En principio, el cerebro aloja funciones específicas en cada una de sus partes, y el procesamiento de la información percibida a través del ojo se encuentra en la corteza visual, situada a su vez en la corteza occipital, es decir, en la parte trasera. El cerebro, sin embargo, es un órgano con una fascinante capacidad de adaptación, y se han encontrado pruebas de que las zonas cerebrales en las que se desarrollan las funciones de un órgano de los sentidos pueden reforzar las funciones de algún otro órgano, si el que les corresponde en principio sufre algún daño o alteración.

corteza visual

Corte del cerebro humano en el que puede apreciarse la corteza visual cuya lesión ocasiona ceguera cortical.

Esto se ha podido comprobar mediante estudios realizados con técnicas de resonancia magnética con positrones, que muestran las áreas cerebrales que en cada momento se encuentran en funcionamiento. Así sabemos, entre otras cosas, que cuando los ciegos leen en sistema braille no solo se activan en su cerebro las áreas que normalmente están asociadas al tacto, sino también una extensa zona vinculada a la vista.

Lectura en sistema braille

La lectura en braille activa zonas del cerebro relacionadas con la visión

El cerebro y los problemas de la visión

Como vemos, la funcionalidad de la visión y el funcionamiento del cerebro están interconectados. Por este motivo, algunos problemas cognitivos que sufren determinadas personas pueden tratarse si se toman medidas que modifiquen la percepción a través de los ojos.

Por ejemplo, hasta hace poco no se sabía que la visión estaba relacionada con el fenómeno de la dislexia, que afecta a muchos niños. Ahora sabemos que en algunos de estos casos —no todos—, la dificultad para leer o escribir puede solucionarse con un tratamiento oftalmológico o simplemente usando gafas con filtro de color. Por otra parte John J. Ratey, en el libro antes mencionado, nos cuenta el caso de Rolf, un psicoterapeuta disléxico que descubrió que se sentía especialmente cómodo usando gafas con filtro amarillo y comenzó a llevarlas para todo. En realidad, ciertas personas que sufren dislexia tienen problemas para leer porque no consiguen anclar la mirada en la línea y sienten que las letras se les mueven. Con los filtros de distintos colores las gafas Irlen se puede conseguir fijar la vista. Rolf lo logró con el color amarillo.

Casos como estos demuestran que, aunque el ojo no es responsable único de lo que vemos, sí tiene una implicación muy importante en la visión. Comprender su uso y su relación con el cerebro en este apasionante proceso nos permite a los oftalmólogos hallar soluciones a problemas no necesariamente vinculados a las funciones del ojo.